martes, 5 de abril de 2011

Madre

Cuando eras una niña
yo te hice una promesa
tú has olvidado todo
y yo nunca he crecido.

Por favor, no prosigas
tu visión me hace daño
estoy solo y perdido,
como siempre lo he estado.

Debajo de la lluvia
yo cantaba tu nombre
y en pobres garabatos
yo plasmaba tus rasgos.

Sangrábanme las yemas
por no tener tu pelo
como ahora los labios
se muerden en silencio.

No escuches el silencio

Cuando mi nombre se disuelva en el agua
y su rostro es todo lo que veas

Cuando te arranque un jadeo entre las sábanas
y te aferres a su piel inamovible

No escuches el silencio.
Ahora está en el muro
sin color ni relieve
ahora pertenece
al vasto cementerio
ya casi no aparece
se está desvaneciendo.
Ahora está en el suelo
que piso sin pensarlo
en el aire que inhalo
sin saber qué me trago.

Casi sin percatarme
voy tomando otro rumbo
un barco de papel
que confía en el agua.